Cuando hablamos de la Química lo primero que nos viene a la mente es la imagen de un científico con bata blanca que provoca explosiones en un pequeño laboratorio, mezclando sustancias con matraces y tubos de ensayo. Pero la sociedad tiende a olvidar que el mundo que nos rodea está formado por sustancias químicas, el agua, el aire que respiramos, lo que comemos… todo está formado por sustancias químicas. Incluso el amor depende de la Química, ¿cuántas veces hemos oído eso de «no había química entre ellos»? Y es cierto, la química nos rodea, somos química. ¿De dónde viene entonces esa «mala prensa» que tiene una ciencia tan bonita como la Química? Está claro: Del desconocimiento de una de las ciencias más importantes de la vida.
Podríamos definir la Química como la ciencia que estudia la materia, entendiendo como tal cualquier cosa que tenga masa. Hay sustancias químicas muy sencillas, como el agua, que está formada por moléculas de H2O, y otras mucho más complejas como el ácido desoxirribonucleico (el ADN). Los elementos de la tabla periódica son sustancias químicas, pero también lo son las sustancias más cotidianas como el agua, la cafeína, el azúcar… ¿Por qué se dice entonces que los productos «libres de químicos» son más saludables y seguros? He aquí uno de esos «falsos mitos» sobre la Química. No existe nada sin sustancias químicas. Cuando se dice que un alimento está “libre de químicos”, en realidad se está lanzando un mensaje de miedo, incrementando el recelo de los consumidores hacia los alimentos «convencionales». El mensaje correcto debería ser «libre de sustancias químicas perjudiciales para la salud». Muchas veces son los nombres de las sustancias químicas los que suscitan inseguridad. No es lo mismo decir «vinagre» que «ácido acético», o «sal» que «cloruro sódico». Imaginemos, por ejemplo, que en un paquete de café leemos «1,3,7-trimetilxantina», suena terrible, pero sólo es el nombre químico de la “cafeína”.
Otra creencia muy popular es la de que los «productos naturales» son más saludables que los sintéticos. En 1789, el químico francés Antoine Laurent Lavoisier enunció el famoso principio que todos conocemos: “La materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma”. Para sintetizar nuevas sustancias químicas, los químicos tienen que trasformar las que ya existen, lo que quiere decir que las sustancias químicas fabricadas en los laboratorios tienen su origen en la naturaleza. El peligro es intrínseco a cualquier sustancia química, ya sea natural o sintética; es la dosis lo que la convierte en peligrosa o venenosa. Por poner un ejemplo: Las manzanas presentan de forma natural cianuro, pero en dosis tan minúsculas que no tememos comérnoslas. Los productos sintéticos no son necesariamente más o menos peligrosos que otras sustancias químicas presentes en la naturaleza. Ya sea una molécula artificial innovadora o un producto natural, el peligro depende de su dosis y de su estructura química, y no de su origen.
Se tiende también a culpabilizar a los químicos del desarrollo de sustancias nocivas para el Medio Ambiente y la salud humana, pero son ellos los que han realizado grandes progresos en el desarrollo de productos alternativos más limpios y ecológicos. Sin embargo, la industria y los consumidores en general siguen ignorando estas alternativas. La química es una herramienta muy poderosa e innovadora, pero debemos usarla de manera inteligente. No debemos olvidar que gracias a la Química se logran increíbles descubrimientos que mejoran nuestra calidad de vida… y aún queda mucho por descubrir.
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