por El mes pasado publicamos un post en el que hablábamos de un hongo que convertía a las hormigas de la jungla en zombies. Hoy vamos a hablar de unos gusanos que inducen al suicidio de los saltamontes. Se trata de uno de los habitantes más comunes de los ríos de Europa, Asia y Norteamérica. Aquí en España se le conoce en algunos pueblos como los «Crines de Caballo», por el aspecto que tienen estos gusanos, muy finos, oscuros y alargados. Son muy abundantes, de hecho, hubo una época, hace ya algunas décadas, en la que llegaron a salir por los grifos de la capital de León.
Su cuerpo alargado y filiforme recuerda mucho al de los gusanos Nemátodos, sin embargo pertenecen al Phylum Nematomorpha. Los adultos son de vida libre, miden en torno a los 10 cm. de longitud, pero el diámetro de su cuerpo apenas alcanza 1 mm. No presentan ninguna característica externa visible, la cabeza es bífida paro hay que verla con una lupa para percatarse de ello. No se aprecia boca ni nada parecido. Su color varía entre el color pardo y gris oscuro.
Presentan el tubo digestivo atrofiado porque no se alimentan, tienen una vida tan corta que solo pueden preocuparse de la reproducción. En cambio, la fase larvaria es más larga y complicada, que es cuando parasitan a determinados artrópodos, principalmente Ortópteros (Saltamontes) y algunos Coleópteros (Escarabajos). La larva presenta una trompa retráctil provista de ganchos con los que se agarra al intestino del hospedador. Allí se desarrolla durante varias semanas alimentándose de los tejidos internos hasta que alcanza el tamaño adulto, enrollando el cuerpo sobre sí mismo. Incitado por su estado, el pobre saltamontes busca agua desesperadamente y se lanza al río sabiendo que va a morir ahogado. Cuando el saltamontes muere en el agua, el Gordiano aprovecha y rompe el exoesqueleto del hospedador para liberarse al medio acuático.
